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EL ROSTRO DEL APATRIA

Se llama Antonio y fue humillado, vejado, maltratado y sometido a un ruin y canallesco acto de manipulación mediática montado de manera alevosa por elementos de la fuerza policial, para luego ser mostrado en primera plana por el diario Correo, como parte de esa proterva campaña que hace la DBA con el objeto de criminalizar las protestas sociales.

Publicado: 2015-05-01

Por Fredy León 

Se llama Antonio y fue humillado, vejado, maltratado y sometido a un ruin y canallesco acto de manipulación mediática montado de manera alevosa por elementos de la fuerza policial, para luego ser mostrado en primera plana por el diario Correo, como parte de esa proterva campaña que hace la DBA con el objeto de criminalizar las protestas sociales.

¿Su delito? Defender lo que cree que es justo, y como nuestra devaluada democracia no le otorga otras posibilidades a Antonio para defender sus intereses, protestar contra el poder político y económico que pretenden seguir imponiendo un modelo económico que se sustenta en la expansión indiscriminada de la minería en claro detrimento de la actividad agropecuaria. Este atávico conflicto que ha marcado gran parte de nuestra historia, se ha agudizado debido a las políticas neoliberales que han generado un caos al lotizar el territorio nacional con la intención de favorecer la inversión privada en la minería, sin tomar en cuenta la opinión de los agricultores ni los problemas medio ambientales que la minería genera.

Lo sucedido con Antonio refleja el comportamiento de una clase política que tiene miedo a la verdad, que debe recurrir a la manipulación de la opinión pública para imponer sus intereses, que defiende una democracia secuestrada por intereses privados y que ve con naturalidad como se agrandan las brechas e injusticias sociales en el país.

Antonio es un campesino pobre que nunca ha visto los famosos beneficios del crecimiento económico, su vida está íntimamente vinculada a un pedazo de tierra, un agricultor que vive de su trabajo, que no tiene mas ilusiones que ganarse la vida honradamente para mantener a su familia, y con ese su trabajo y esfuerzo silencioso contribuir -como lo hacen millones de peruanos- a sostener este país.

Antonio no le pide nada al Estado, ni prebendas, exoneraciones tributarias, facilidades para invertir o libertad para sacar sus ganancias fuera del país. Antonio solo quiere que le dejen arar el pedazo de tierra que posee, producir los alimentos que el pueblo necesita, ver cada atardecer la puesta del sol con la satisfacción de la labor cumplida, y seguramente, un lugar donde sus huesos descansen.

Para Antonio, como para miles de campesinos, la patria es eso: un pedazo de tierra para trabajar y hacerlo producir, la patria es la pacha mama que provee los alimentos que necesitamos para vivir. Esa es la valiosa labor de Antonio, la de contribuir con su trabajo al desarrollo del país, pues resulta imposible imaginar que sin el esfuerzo, sin el trabajo de millones de peruanos, de obreros, campesinos, amas de casa etc. este país podría existir.

Pero Antonio es el rostro negado de la patria, es el ciudadano invisible, marginado, arrinconado por un poder que avasalla a los pobres, ignorados por una democracia formal que les niega sus derechos, desnaturalizado por los medios de comunicación que los satanizan y explotados por un poder económico que los excluye y somete a la pobreza total.

Por eso que el rostro de Antonio refleja el rostro de la impotencia de millones de peruanos excluidos, marginados, ignorados y sojuzgados por un sistema que genera privilegios para unos pocos y marginación para los demás; un poder excluyente que se muestra implacable e insensible frente a las demandas de los ciudadanos comunes y corrientes y que es incapaz de promover el diálogo para encontrar soluciones satisfactorias.

Mientras que Antonio tiene que exponer su vida y protestar para poder seguir trabajando honradamente el pedazo de tierra que posee; personas allegadas al poder, como Lelio Balarezo, vicepresidente de la CONFIEP, son sentenciados a prisión por defraudar al Estado. Para no mencionar otras celebridades que hacen lo indecible para huir de la justicia.

Antonio y Lelio son las dos caras de la medalla en este país de incongruencias e injusticias por doquier: La lucha de Antonio es la lucha por construir un país justo y solidario, donde se respete el derecho de todos y los beneficios económicos se distribuyan de manera equitativa; y el rostro de Balarezo es el rostro del poder, de los que viven para acumular riqueza mal habida, de los que lucran y se benefician con la pobreza ajena.


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